La Pastoral de la Salud alerta ante una epidemia de ‘enfermos de soledad’

El obispo, Ángel Pérez, presidirá la santa misa que la pandemia, dado el confinamiento perimetral de Fraga, ha obligado a celebrar finalmente en Barbastro. Con el aforo de la Catedral restringido según la normativa actual a 160 personas y riguroso control de entrada, no variará el espíritu de esta eucaristía, en la que ancianos, enfermos y discapacitados son protagonistas, y a los que se administrará la Unción de Enfermos, sacramento de consuelo y curación. Además, a los asistentes se les hará entrega de una estampa de san José.
Ante esta celebración, el delegado diocesano de Pastoral de la Salud, José María Sistac, no duda en subrayar la prevalencia de una enfermedad actual y social: la soledad no buscada. La crisis sanitaria ha revelado que los «enfermos de soledad» son muchos más de lo que podría parecer. «La pandemia ha descubierto cuántas personas viven solas en nuestra diócesis, los muchos ancianos que viven solos. Están «capacitados», pero su enfermedad es la soledad. A ellos, no solo la Pastoral de la Salud, sino todos, debemos tenderles la mano», afirma. Sistac, doctor en Medicina y Cirugía, tiene claro que esta otra epidemia tiene mucho que ver con cómo es nuestra sociedad actual, «egoísta, que busca el placer por el placer y quiere las cosas de ya para ya. Nos estamos olvidando un poco del que tenemos al lado. Somos capaces de conectarnos al wasap, pero no de llamar a la puerta contigua».
En este sentido, el mensaje del Papa Francisco, a propósito del Día del Enfermo, el pasado 11 de febrero, destaca la importancia de este momento para brindar una atención especial a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias y las comunidades. En particular, señala el Santo Padre, a las personas que sufren en todo el mundo la pandemia del coronavirus, así como a los más pobres y marginados.
En nuestro país, la pastoral de la salud, cuenta con 20.288 voluntarios repartidos en 2.759 parroquias y acompañan a 176.276 enfermos.

«Nuestra tarea es acompañar, estar cerca de enfermos y familiares»

La pandemia ha puesto a los capellanes del Hospital frente a situaciones nunca imaginadas, pero con la fidelidad del acompañamiento intacta.
Los sacerdotes Basilio Servín y Jaime Mozás son capellanes del Hospital de Barbastro. Él último, que en diciembre cumplió 87 años, hace 25 que desarrolla su labor en estas instalaciones sanitarias. «Nuestra tarea consiste en estar cerca y acompañar a los enfermos y sus familiares. La enfermedad no es solo del enfermo, sino también de los suyos», afirma. «Esta labor no siempre es fácil. En los momentos más críticos, cuando les invitas a recibir el sacramento de la Unción, el enfermo puede resistirse pero la mayor resistencia la encuentras en el entorno familiar», añade, recordando casos en los que la negativa inicial acabó mudando en agradecimiento por el consuelo recibido. Un hospital como el de Barbastro permite que su labor se desarrolle con cercanía, visitando las habitaciones, con mucho respeto a cada cual, pero siempre con el deseo de ser «ángeles de carne y hueso», dice evocando las palabras del obispo diocesano. «A veces el enfermo ya ha hecho todo lo que ha podido; la ciencia ha hecho lo que ha podido. Nosotros también tenemos que hacer lo que podemos; queremos llevar la paz y el consuelo. en eso veo recompensada nuestra labor», concluye.
(fuente: www.iglesiaenaragon.com)

mayo 7, 2021