Singulares y frágiles

RECUPERAMOS UN ESCRITO DE NUESTRO CONSILIARIO A PROPÓSITO DE LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO DEL PASADO 11 DE FEBRERO

La enfermedad, que se experimenta siempre como una forma concreta de pobreza, llama a cualquier hora y a cualquier puerta. Y por definida que esté la enfermedad, lo que hay que subrayar es la singularidad de cada persona y su dignidad en su fragilidad. Lo que hay que subrayar es que es más importante el enfermo que su enfermedad y que, incluso cuando no es posible curar, no se puede prescindir de escucharle, consolarlo y cuidarlo por su propia dignidad de persona. Cualquier persona, y más si es frágil y enferma, en cualquiera  de sus mil posibilidades, merece ser cuidada.

            Cuidar es un verbo activo con muchos significados y escribo ahora el de custodiar. En una sociedad herida realmente, y además herida de miedo ya que hay amenazas ahora mismo por todas las esquinas, es de máxima urgencia custodiarla. Custodiar es una acción muy amplia: requiere tiempo, vigilancia, esperanza, estar al lado y acompañar. Con nuestros relojes a toda velocidad, y con nuestras agendas a tope, ¿encontraremos tiempo para custodiarnos? Pues si no encontramos tiempo, o corazón,  para hacerlo, lo que encontramos es esto: desatenciones, abandonos, indefensiones, descuidos, olvidos, indiferencias. Si hay tiempo, aquí hay materia para un examen de conciencia. Saber cómo soy, dónde estoy, a dónde voy, con quién voy, y más cuestiones de parecido contenido, las he de responder como primer paso para custodiar. ¿Decir todo esto es un resumen? Que custodiar y custodiarnos sólo se puede hacer amando. No amar es la muerte.               

El 11 de febrero, Virgen de Lourdes. Jornada Mundial del Enfermo propuesta por el papa Juan Pablo II hace justo treinta años. Hacía falta, y sigue haciendo falta, cuidar y custodiar a los enfermos. Que todos lo somos, de alguna manera.

José María Ferrer Muñoz, consiliario diocesano

febrero 21, 2022