A PROPÓSITO DE LA INMACULADA CORONADA

Año 2025. Año Jubilar. Año de Gracia.
En este año, donde ganarse el Jubileo significa obtener la indulgencia plenaria, nuestra llegada a Lourdes conllevaba traer en la maleta una ilusión desbordante: la del ser perdonados por la gracia de Dios, ante la mirada de nuestra Madre y protectora. Confesión, oración por las intenciones del Santo Padre y comunión. Tareas aparentemente sencillas, pero nada fáciles, que implica poner en Sus manos el alma y el corazón, sin vestiduras de orgullo, con plena sinceridad.
Y nuestra Madre, ahí, Inmaculada, Coronada, observando.
Reflexionemos por un momento si lo hemos hecho bien, pidiendo compasión si hemos fallado.
No sé si somos conscientes, como cristianos, como personas de a pie, con todos nuestros defectos, de la suerte que tenemos de poder visitar, un año tan especial como este, el lugar elegido por María para decirnos: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Y eso nos llena el corazón de perdón, de plegaria e intenciones puestas a sus pies.
Me quedo especialmente con dos frases de nuestros organizadores recogidas en la ceremonia de despedida, y me tomo la licencia de unirlas: “Seamos alumbradores de vida, siendo las manos de la Virgen”. Nos traemos mucho trabajo si queremos hacerlo bien. Vamos a intentarlo. Ayudar y agradecer, estar pendientes de las necesidades de los que nos rodean, sonreír a las dificultades y vencer la pereza cotidiana. Hacer y ser para los demás.
Gracias, como cada año, a todos y cada uno de los que arriman el hombro y su tiempo para organizarnos. Este torrente de emociones es fruto de vuestro esfuerzo. Gracias a nuestros sacerdotes y Consiliario mn. Óscar por su cercanía y alegría, por acompañarnos siendo soporte y pilar fundamental. Gracias a nuestro Obispo, Don Ángel, porque hemos sentido como nos arropaba, aunque le hemos echado mucho de menos. Le esperamos el año que viene. Y gracias, de corazón, a todos los voluntarios, jóvenes, scouts, y peregrinos de esta gran familia por hacerlo todo posible.
Virgen de Lourdes, ruega por nosotros.
Santa Bernadette, ruega por nosotros.
(Sandra S.)
